El 60 aniversario de los Tratados de Roma ofrece la oportunidad perfecta para evaluar las últimas décadas de la Unión Europea.
En un momento como el actual, en el que algunos de los principios fundamentales de los Estados democráticos y las economías más avanzadas, así como de la propia Unión, están siendo sometidos a tela de juicio, es más importante que nunca recordar los objetivos originales de la integración europea, los principios que nos unen como europeos y los logros de los que venimos disfrutando, para poder hacer frente a los desafíos, presentes y futuros.
Entre estos principios y valores, ocupa un lugar fundamental en la historia de la Unión Europea la solidaridad. La solidaridad tanto entre la Unión y sus miembros, como entre los propios Estados miembros entre sí. Ha sido pues este valor el que ha posibilitado en gran medida que los distintos Estados europeos trabajen codo con codo, apoyándose y prestándose ayuda mutua, en la construcción del proyecto europeo.
La Solidaridad
“Artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea, la cláusula de solidaridad, […] establece que cuando un Estado es atacado, todos los Estados Miembros deberían tener la obligación de proporcionarle apoyo y asistencia, porque el enemigo no es solo el enemigo de Francia, es el enemigo de Europa”
Estas fueron las palabras del presidente francés François Hollande, tras los atentados de París del 13 de noviembre de 2015.
Tras el terrible acontecimiento, Francia solicitó la ayuda de los demás Estados Miembros para combatir el terrorismo. La respuesta a tal petición no solo fue instantánea sino que fue unánime.
Este constituye uno de los ejemplos más recientes y clarificadores de la solidaridad europea.
Esta solidaridad aparece ligada en el cuerpo legislativo europeo, a la asistencia y defensa mutua entre los Estados miembros. Esta última, se recoge en artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea, e indica lo siguiente;
“Si un Estado miembro es objeto de una agresión armada en su territorio, los demás Estados miembros le deberán ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.”
Mientras que la cláusula de solidaridad, aparece recogida en el artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
Dicho artículo establece que en caso de que un Estado miembro sea objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe, tanto de origen natural como humano, la Unión Europea y sus Estados miembros actuarán conjuntamente, con espíritu de solidaridad, y movilizarán todos los instrumentos de que dispongan para:
– prevenir la amenaza terrorista en el territorio de los Estados miembros,
– proteger a las instituciones democráticas y a la población civil de posibles ataques terroristas,
– prestar asistencia a un Estado miembro en caso de ataque terrorista o catástrofe de origen natural o humano.
La diferencia entre ambas cláusulas, es decir, entre la cláusula de defensa mutua y la cláusula de solidaridad, reside únicamente en que la solidaridad dispone de las posibilidades para desarrollarse en el interior de la Unión Europea, mientras que la asistencia mutua se desarrolla en el exterior.
A este respecto también es importante mencionar El Fondo de Solidaridad de la Unión Europea. Este es un instrumento para la financiación de actividades en el ámbito de la protección civil, creado en el 2002, que permite a la Unión, como organismo, ayudar de forma efectiva a un Estado miembro o país en vías de adhesión en sus esfuerzos por hacer frente a los daños provocados por una catástrofe natural grave. A través del mismo, que no está comprendido en el presupuesto de la Unión, pueden movilizarse hasta 500 millones EUR al año
También, recientemente en apoyo a este ideal de solidaridad en su sentido más amplio, se ha creado el Cuerpo Europeo de Solidaridad. Este es una iniciativa de la Unión Europea cuyo objetivo es crear oportunidades para que los jóvenes trabajen como voluntarios o colaboren en proyectos —en sus propios países o en el extranjero— que beneficien a comunidades y ciudadanos de toda Europa.
Como puede observarse, la solidaridad es uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la Unión Europea, y que nos permite ser conscientes de la necesidad de apoyarnos entre nosotros, como europeos, en aras a la promoción de los demás principios fundamentales y al progreso.