“Europa ha estado siempre en la vanguardia de los esfuerzos para promover la ecología. Debemos preocuparnos por nuestro planeta y prestarle atención permanentemente”.
Papa Francisco

La política europea en materia de medio ambiente se remonta al Consejo Europeo celebrado en París en 1972, en el que los Jefes de Estado y de Gobierno reconocieron la necesidad de establecer una política europea en materia de medio ambiente que acompañara la expansión económica de la época.
Con el Acta Única Europea de 1987 se introdujo un nuevo título sobre medio ambiente, dando el primer paso hacia una política común, con el objetivo de preservar la calidad del medio ambiente, proteger la salud humana y garantizar un uso racional de los recursos naturales.
Mediante el Tratado de Ámsterdam de 1999 se estableció la obligación de integrar la protección medioambiental en todas las políticas sectoriales de la Unión Europea y fue ya con el Tratado de Lisboa, diez años después, cuando la “lucha contra el cambio climático” pasó a ser un objetivo específico.
Con ello se observa como a lo largo de los últimos años la Unión Europea ha ido adoptando un papel más activo en este ámbito, fomentando la adopción de nuevas políticas en materia ecológica, la aprobación de nuevas leyes y la adopción de medidas para su aplicación – actualmente la UE cuenta con algunas de las normas medioambientales más estrictas del mundo-. Con ello ha contribuido a hacer más ecológica la economía, a proteger la naturaleza y salvaguardar tanto la salud como la calidad de vida de los habitantes de la Unión.
Además, la UE, en su calidad de actor global, desempeña un papel fundamental en los esfuerzos internacionales para promover el desarrollo sostenible en todo el mundo. La Unión dispone de los recursos y la capacidad necesarios para convertirse en uno de los principales promotores mundiales de la conservación del medio ambiente y la eliminación de la antigua e errónea asociación entre crecimiento económico y degradación del medio ambiente.
Entre los importantes avances conseguidos por la Unión Europea en este ámbito pueden mencionarse:
• Las emisiones industriales de sustancias tóxicas, como el plomo y el mercurio, se han reducido significativamente.

• Se ha prohibido o restringido el uso de muchos pesticidas y productos químicos peligrosos, incluidos aquellos que dañan la capa de ozono.

• La acidificación de los lagos y los bosques debida a las emisiones peligrosas de dióxido de azufre (SO2) se ha reducido drásticamente.
• El reciclado de los residuos, tanto industriales como domésticos, ha aumentado, y seguirá haciéndolo. el incremento del reciclado de residuos en los municipios europeos (aumentó en un 13% entre el año 2004 y el 2014)

• La mejora de la depuración de las aguas residuales ha aumentado la calidad del agua en lagos y ríos y ha permitido que los peces vuelvan a poblar las aguas de ríos como el Rin y el Támesis. El 96% de las playas de la Unión están lo suficientemente limpias como para nadar en ellas con tranquilidad y el 85% han obtenido la calificación de “excelente”.

• Entre 1990 y 2015 se redujeron las emisiones de CO2 en un 22%

• Entre 2010 y 2015 se invirtió más en el desarrollo de las energías renovables que en cualquier otra fuente de energía. La potencia de energía renovable instalada por persona es en la actualidad tres veces superior a la media mundial.
A día de hoy la política medioambiental de la UE se guía, hasta 2020, por el Séptimo Programa de Acción en materia de Medio Ambiente, del que son co-responsables las instituciones europeas y los Estados miembros.
Por último es importante hacer mención a la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Esta es un organismo de la Unión Europea, creado en 1990, cuya labor es ofrecer información sólida e independiente sobre el medio ambiente. Es la fuente principal de información para los responsables del desarrollo, la aprobación, la ejecución y la evaluación de las políticas medioambientales, y también para el gran público.